All was golden when the day met the night.

viernes, 24 de febrero de 2012

La sutileza de una leyenda.

Elegancia. Gracia. Persuasión. Delicadeza. Era sirena en todo cuando el mundo le podía atribuir. En todo cuanto el mar le hacía ser y desear convertirse. No eran sus maneras locuaces ni sus ojos espirituales. Ni su figura escarmentada por una fría guerra en medio de tormenta. Ni tampoco su odio. Todo aquello no era parte de cualquier otra sirena. Tan solo de Irelia. E Irelia conocía el secreto de que durante tantos años hubiera sido temida. Lo juraba con sangre ha ser necesario, pues tan solo las sirenas más desafortunadas sellan sus palabras con el líquido carmesí. El Secreto no era otro más que ella misma. No dudaba en matar, ni tan si quiera si su víctima era el pobre fantasma de una niña perdida. Irelia no era una Irelia cualquiera. Era algo más que todas sus hermanas. Por que su forma de matar, de asesinar, de destrozar y arraigar... era ejecutada con una tremenda sutileza. La misma que una leyenda. La misma que ella creó al nacer.
La sutileza de Irelia Zquatselcoatl no es ningún secreto. La sirena mata a ton ni son día tras día en sueños a su propia niña perdida. Le quita la vida sin que nadie se de cuenta. Siendo los demás testigos del homicidio sin vendas en los ojos. Solo que es tan increíble tal sutileza, que nadie se da cuenta.
Una Irelia es una sirena que reside en el cuerpo y alma de un humano.
Irelia Zquatselcoatl es una sirena muerta de sed que cambia con la gracia de los pensamientos del humano.
Es la niña y a la vez es el demonio.
Y ambas siempre lucharán hasta que desaparezcan.... juntas, otra vez.

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